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El 18 de marzo de 1995, la catedral de Santa María de la Sede de Sevilla se engalanaba como nunca para unir en matrimonio a la infanta Elena de Borbón con Jaime de Marichalar. Una boda que sería histórica por varios motivos. Entre otros, porque casi 15 años después desembocaría en el primer divorcio en el seno de la familia Borbón-Grecia. Aquello fue un punto de inflexión para dos personas que nunca más volvieron a rehacer sus vidas, sentimentalmente hablando.
El 13 de noviembre de 2007 fue una fecha clave. Ese día, la Casa Real emitió un comunicado que nunca le habría gustado enviar. En él se apostillaba un novedoso concepto que se ha quedado instaurado en el lenguaje popular para anunciar «el cese temporal de la convivencia conyugal de los duques de Lugo». Un título que Jaime dejaría de utilizar tras su divorcio.
La infanta Elena el día de su boda con Jaime de Marichalar / Gtres
La infanta Elena abandonó el domicilio familiar y se trasladó a un muy buen piso, ubicado en el distrito madrileño de Salamanca, junto a sus dos hijos, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica. Ellos son lo único que les une desde el nacimiento de ambos. Nada más. Precisamente, la pequeña se ha mostrado muy cercana a su padre en los últimos años ya que es toda una apasionada de la moda. Es fácil verlos acudir juntos a desfiles importantes, como el de hace unos días en París.
La vida del hijo de los condes de Ripalda se desarrolló en el mundo fashion, llegando a ejercer importantes cargos como asesor y consejero de grupos de moda tan importantes como LVMH, la multinacional que engloba firmas tan potentes como Louis Vuitton o Dior. Desde su separación de Cristina comenzó a rodearse de mecenas, modelos, artistas, gente del mundo de la cultura y demás. Esto le hizo ‘colarse’ en algunos de los eventos de más alto postín. Una faceta que compagina con la de padre, habiendo ayudado a Victoria Federica a abrirse hueco en este mundo tan competido que él conoce como la palma de su mano.
Victoria Federica y su padre, Jaime de Marichalar, en París / Gtres
Uno de los motivos por los que el matrimonio de la infanta Elena y Jaime de Marichalar se rompió fue por la diferencia en sus maneras de vivir. A la hija de Juan Carlos I le gustaba madrugar para montar a caballo -una de sus pasiones- mientras que su marido tenía más gusto por la nocturnidad. A Elena siempre le ha gustado la hípica, las cenas con amigos, las presentaciones y viajar. De hecho, ha acudido en varias ocasiones a Abu Dabi para estar junto a su padre. A nivel laboral se desarrolla como Directora de Proyectos Sociales en la Fundación Mapfre, donde entró en verano de 2008 y adonde va cada día, si bien desde la pandemia se beneficia del teletrabajo.
Cuando la infanta Elena y Jaime de Marichalar eran aún matrimonio (se separaron en noviembre de 2007), pasaron varios veranos en los Hamptons / Gtres
13 años después de separar sus caminos para siempre, estos no pueden estar más en las antípodas. La relación entre ellos es nula y así quedó patente durante su coincidencia en un evento. Ambos se volvieron a ver las caras el pasado 22 de septiembre, con motivo de la celebración de cumpleaños de Ira de Fürstenberg, quien reunió a un importante grupo de personalidades en el Palacio de Liria. Hay quien dijo que Elena se marchó antes para evitar coincidir con su exmarido. Por supuesto, no mediaron palabra, algo que habla a las claras de su inexistente sintonía, ni tiene visos de cambiar.